jueves, 30 de julio de 2009

Presentación

La primera pregunta que necesariamente se plantea cualquier aspirante a escritor es la siguiente: ¿por qué escribir? ¿para qué? ¿para quién? Aun no puedo precisar una respuesta. Tal vez deba empezar dejando en claro que este espacio debía llamarse desde la dirección como “Memorias de una prostituta” pero algún niñato que no sabe que está jugando con fuego ya ocupó link (memoriasdeunaprostitua.blogspot.com: por cierto, el blog es muy mediocre y poco creíble) por lo que me vi obligada a reducirla a memoriasdevioletta.blogspot.com. Sin embargo, el resultado fue mucho mejor. No soy una mujer letrada y sin embargos decido meterme en abismos que no conozco. Aun así, se conoce muy bien acerca del inminente poder de atracción del abismo. He ahí una posible explicación. En este primer post me siento obligada a aclarar algunos asuntos. Pongámosles números para que pueda ordenar mejor mis ideas.

1. 1. Es cierto que no soy “letrada” propiamente dicha, es decir, con un diploma en mano que lo certifique. Sin embargo algunas cosas he leído en mi vida y algunas cosas habré aprendido, por lo tanto. De aquello que también debo confesar que algunas cosas he escrito, patéticas por lo cierto, pero que al menos me han enseñado a tratar al lenguaje con cierta reflexión. No se trata de decir cualquier cosita y sanseacabo. Es un juego con fuego, como dice un tango muy bonito. Espero no quemarme antes de tiempo.

2. 2. Soy una prostituta en todo el sentido de la palabra. Decirlo con tanto cinismo es precisamente una toma de posición, un punto de vista ético.No creo tener que extenderme al respecto. Lo digo de sopetón porque ya estoy hastiada de los eufemismos. Esta profesión está plagada hasta el hartazgo de eufemismos. Por ejemplo: decir “la ofi” en vez de “night club” o, el caso que me parece más veraz es el de “puticlub”. Una trabaja en un “puticlub” y por más que pretendamos y tomemos una distancia retórica de este hecho, al momento de actuar las evidencias son demasiado deslumbrantes para pensar en otra cosa. Por lo tanto, mi ética es estrictamente cínica.

3. 3. Puesto que esto se trata de una introducción, debo abrir mi corazón, con sangre y arterias y desnudar mi intimidad, mi verdadera intimidad, pues la desnudez de cuerpo no es otra forma más de encubrimiento, más disimulado tal vez, pero encubrimiento al fin. Entonces, primero poner las cartas en la mesa y después ya se verá: soy una prostituta en todo el sentido de la palabra: mi vocación vital es el erotismo en todas sus formas y si puedo ganarme la vida con estas formas, no se diga más. Mis principios éticos siempre estarán determinados por la radicalidad del placer. Nada de charlas en café, de paseos en la plaza con un perro en mano. Si algo de masculino tengo es esta impaciencia (¿ó es algo más bien femenino...no lo sé). Y sin embargo…siempre hay un sin embargo. Me siento sola. Impensablemente sola. Todas mis relaciones sociales no son más que relaciones con fantasmas que aparecen, a los que no puedes tocar y que pronto se desvanecen, dejándome algún excedente insoportable de su paso. Verdaderamente no hay nada más destructivo y a la vez más vital que aprender a vivir con los fantasmas de fantasmas. A eso se reduce mi vida.

Al principio supuse que esta debería haber sido una estricta introducción pero mi innata tendencia a la digresión me llevó por otros rumbos y heme aquí, tan disuelta como cuando empecé esta introducción. No he dicho nada. Pero eso es todo lo que puedo decir.

¡Ah! Por cierto. He olvidado un gesto fundamental. Mi nombre es Violetta, como la gran diva de la novela Diablo Guardián de Xavier Velasco. Citando a mi amigo Sabina respondo: ¿Qué adelantas sabiendo mi nombre/si cada día tengo uno distino”…

P.D. A mis lectores futuros: disculparme por no acompañar estas palabras con alguna imagen simpatica, como he notado que suelen hacer los blogueros. Cuando comprenda cómo funciona todo esto, intentaré añadir algunas ilustraciones particularmente favoritas: mi canon personal o, mejor dicho, mi soundtrack personal, mi imagetrack personal. O lo que sea. Agradecería que alguna dama o varón me curé de este burrismo.

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